ACORDE DE CIELO

Rompe la noche un amanecer de acorde de cielo
que se aferra en mi pecho ya al alba.
¿Y cómo si ya decirme no puedes:
«te quiero, mi niña»,
es que ensordece en mi silencio mi bramante latido:
«te amo, ¿lo oyes?, ¡te amo!»?
Lo repito en cada sístole,
y en cada diástole escucho tu acorde de cielo.
Y en cada inspiración me llega el aroma de tu voz para siempre callada.
Y en cada espiración mi alma abraza tu incorpóreo recuerdo.
¿Y cómo hacerle ver a tus cerrados ojos
que mi sonrisa acompaña cada vibración del aire que ya no respiras?
Dime si es que acaso sabías en tu adiós
que custodiarías mis ensueños
con la melodía de los retazos de mimos que atrás quedaron.
Hazme saber con tu callado llanto
que mis lágrimas son mezcla de tu herencia y mi futuro.
Y que en la noche aprovechas que quedo libre
de amigos y familia, obligaciones y juegos
para regalarme un canto de tu vuelo,
tu eterno acorde de cielo,
y hacerme sentir el placer y amor que nos quedaba por profesar.
Guardas mi secreto de niña perdida
que imagina un mundo real más allá de las trampas del azar.
Continúa tu melodía celestial, mami,
mientras sigo caminando
entre amistades, familiares,
amados, misterios y destinos,
que yo, tu hija, se siente feliz por proteger,
junto a mis hermanos,
un tercio de tu alma
entre quien te hizo madre, tu niño valiente,
y tu llaverito, mi pequeño ángel de cabello dorado.

© Olira Blesa, El País de los Poetas, 2015