En el mundo de la literatura las musas son vistas como el motor de la obra, una brisa de inspiración azulada que entra por la ventana en mitad de la noche e impregna al artista mientras sus largos cabellos descuidados danzan con el viento. En la mayoría de los casos, estas musas son personas reales, con nombres reales o inventados, pero de carne y hueso. No hace falta mencionar nombres como Gala para Dalí, Lee Miller para el fundador de la revista Vogue y Guiomar para Antonio Machado, entre otras. Es algo muy romántico pensar que tu pareja te inspira de tal manera que llega a formar parte de tu obra. Es bastante romántico hasta que se empieza a investigar los claroscuros del asunto.
Uno de estos artistas en los que la musa forma parte intrínseca de su obra es el poeta Antonio Machado. En este caso, aparecen dos musas, muy distantes entre ellas. Pero hay algo que comparten Leonor y Guiomar. Sus historias con el poeta están marcadas por unas relaciones algo extrañas, que han dado a rumores y desmentidos.

Leonor Izquierdo Cuevas
Sobrina de Concha Cuevas, dueña de la casa de huéspedes donde se queda Antonio en su estancia en Soria. Tiene 13 años cuando se conocen. Dos años después se casan. Una boda sumamente triste para Antonio. En la vida pondré en duda el amor, pero que Machado contase con 32 primaveras es, cuanto menos, extraño.
La tía de Leonor dice de su sobrina: «De talla, mediana; el cabello, castaño, un poco ondulado; no se ponía afeites: una niña…».
Leonor muere poco después de la boda, le diagnostican tuberculosis en un viaje a París. Según Machado la enfermedad llegó «como un rayo en plena felicidad». Antonio queda destrozado tras la muerte y dice que nunca más volverá a enamorarse. Durante bastante tiempo, escribe mucho y muy triste. Leonor está presente en su obra como musa, como dolor permanente. Se le arrebató la felicidad cuando esta iniciaba. Esto sigue así hasta que aparece en la vida del poeta Pilar de Valderrama, más conocida como Guiomar. Es en este momento donde comienza lo extraño, lo oscuro.

Pilar de Valderrama – Guiomar
Escritora que acude a Segovia para conocer al poeta. Pilar estaba casada con un señor que le ponía los cuernos cuando podía. Tenían dos hijos. Cristiana convencida, de derechas y pudiente, nada que ver con el republicano Antonio.
Justo antes del viaje de Pilar a Segovia, su marido le reconoce que una chica se había suicidado por él. En cuanto Machado posa sus ojos en ella queda completamente enamorado.
Este amor es correspondido por la admiración que Pilar tiene por Antonio, pero deja constancia de que por debajo de las enaguas ni el abanicar de una paloma. Y Antonio da su beneplácito. La relación queda en secreto, nadie conoce la relación que mantienen ambos. Solo los camareros del Café Gijón, donde se encuentran y la familia de Antonio, que no ve con buenos ojos dicha relación.
El 1 de diciembre de 1981 Pilar de Valderrama pública Sí, Yo soy Guiomar. Donde se deja constancia del tipo de relación que mantenían los dos escritores. En la biografía de Pilar, esta le pide que elimine todas las cartas.
En las cartas que se mandan, Antonio se dirige a ella como:
- Mi diosa.
- Reina.
- Gloria mía.
Llega a decir, incluso, que conoce el amor porque ella llega a su vida, lo que sentía por Leonor era solo una sombra de amor. Hasta aquí podemos entender que el amor de Machado por su musa era intenso, pero lo que llegaba a sentir Antonio era más una obsesión por lo que podemos vislumbrar en una de las escenas reflejada en las cartas.
Cuando Machado viajaba a Madrid, donde vivía Pilar, se agazapaba en los arbustos que estaban enfrente del ventanal de la casa de Pilar. Ahí se quedaba hasta que la veía pasar. Pilar le exige al poeta que deje de hacerlo, que van a descubrirlos.
Las musas, como hablábamos anteriormente son personas reales que dejan huella en los artistas que las escogen, indistintamente del sexo de estas musas y de sus artistas. No dejan de ser de carne, de sentimientos y, por lo tanto, también sujetas a posibles relaciones tóxicas.
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La figura de Guiomar y la poetisa Pilar de Valderrama nada tienen de común entre sí, salvo la vanidad de la segunda que creyó entró así en la posteridad cultural española del brazo ¡nada menos! que de Antonio Machado.
Todavía espero que alguien, familiar o no, aporte el documento real y de mano del propio Antonio Machado en el que la denomine así; si tal documento existe:¿Por qué no lo dan a conocer? En caso contrito, se trata de un lamentable caso de vanidad personal llevada hasta el límite y transmitida de generación a generación.
Existe, sí, unas cartas dirigidas a una tal Pilar -¿la Valderrama u otra del mismo nombre?- que fueron dadas a conocer valiéndose de la credulidad y la ceguera de una anciana cuyo nombre y peso literario avalaban la intentona. Eso, simplemente es jugar en falso, pues de otra forma resultaba imposible la larga permanencia de la impunidad de una poetisa cuyos logros y
méritos eran prácticamente desconocidos salgo por los más cercanos y familiares.
Guiomar, por el contrario, es una creación o culminación de un proceso muy personal del poeta que nace tras el fallecimiento de su esposa Leonor.
Nada más, pero supongo que suficiente para no seguir manteniendo el engaño
¡Que e lo demuestren documentalmente me callo.
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